¿Sabéis cuando cogéis libro y ya en las primeras páginas sabéis que tiene un sabor conocido pero gustoso? Eso es lo que me ha ocurrido precisamente con Al calor del silencio; una obra que enseguida me ha llevado a mis veranos de hace unos años, cuando leía El Camino de Miguel Delibes y empezaba a descubrir los gustos de las historias entre cincuenteras y setenteras (o sea, con personajes inocentes, castellano de mitad de siglo y descripciones minuciosas que dibujan perfectamente la sociedad de la época).

El libro relata los acontecimientos acaecidos en un (imaginario) pueblo salmantino, Horcajo de Trasmontes, a raíz de la aparición de una de sus habitantes jóvenes más queridas ahogada en una poza. En torno a dicha historia iremos conociendo la vida y secretos de sus habitantes, especialmente en lo que se refiere a la familia más poderosa de la zona, los Ariza.

Con un estilo, como os digo, que personalmente me ha recordado mucho a Delibes, el autor nos va descubriendo los secretos más ocultos de los personajes que allí habitan, dibujando perfectamente la sociedad rural de la época de la transición española (al menos, como yo me la he imaginado siempre). El típico hombre poderoso que se ha enriquecido a costa del (y para) el pueblo; la guardia civil y las autoridades con el papel que podían ejercer en aquel momento; los habitantes que adoptan su rol por lo que los demás opinan de ellos; y por supuesto «los buenos» y «los malos», que no necesariamente serán siempre buenos ni siempre malos.

El lenguaje, como también os anticipaba, encaja a la perfección con la época que enmarca, razón de más para resaltar el mérito de Ricardo Robla en su escritura, que sin embargo se ha realizado en nuestros días. Es, como si dijéramos, una historia de color sepia creada en una época de color full HD. Desde mi punto de vista, un detalle genial.

Por último, con respecto a la historia en sí, lo definiría como un thriller clásico: un misterio sin resolver del que se irán descubriendo detalles de forma medida y comedida, sin un ritmo de acción estrepitosa como los de hoy en día. Un poco como Agatha Christie y sus famosos casos resueltos por Hércules Poirot, sin el frenetismo con el que se tiñe todo hoy en día.

En definitiva, Al calor del silencio es un libro perfecto para tod@s a l@s que os guste lo clásico, el placer de indagar y conocer la verdad al estilo años 70.

Desde aquí, quiero aprovechar para dar las gracias a Georgia de Promoción de Libros (@promocionLibros) por haberme descubierto este pequeño tesoro. Muchas gracias y mucho ánimo, ¡espero poder seguir leyendo cosas así mucho tiempo!

Como siempre, muchas gracias también a tod@s vosotr@s por leerme y ¡feliz lectura!

Lo mejor. La historia y el estilo; una obra setentera escrita en nuestros días.

Lo peor. El nombre de los personajes, del estilo Acisclo, Balbino, Atilio… siempre prefiero nombres más sencillos y menos rebuscados.

Dónde leerlo. En un patio a la hora de la merienda, ¡una combinación perfecta!

Libroterapia. Este libro es perfecto para aprender a no juzgar a los demás por sus apariencias.


Sinopsis (Fuente Promoción de Libros)

En 1975, Horcajo de Trasmontes se ve sacudido por el hallazgo del cadáver de Loreto, la adolescente más bella del lugar. Las pesquisas de la Benemérita todavía no andan muy encaminadas cuando se produce otro crimen: Geni mata a Cosme Ariza, su marido. A raíz de este percance y a instancias de Geni, quien desea que Balbino, su único hijo, escape de la endogámica influencia de la familia Ariza, el muchacho accede a marcharse del pueblo.

En 1984, Balbino regresa para enterrar a su madre, fallecida en extrañas circunstancias, y ayudar fortuitamente a descubrir al asesino de Loreto. También, y ante el imparable declive de su estirpe tras el deceso del abuelo Acisclo, el indiscutible patriarca, decidirá abrirle su alma a su prima Marcela, tratando con ello de cicatrizar una herida invisible y aún abierta.